miércoles, 27 de noviembre de 2013

Para el otro año

En el ambiente ya se huelen las natillas y los buñuelos, ya se escucha el tutaina tuturumaina. Llegó Navidad, tiempo de alegría, de dar, de recibir, de compartir. Pero también es momento de desempolvar la más vieja excusa para posponer todos esos compromisos laborales que llegan de la mano de las novenas y los aguinaldos.

Es la época ideal para procrastinar. Todo se aplazará menos las novenas. Ya lo que no se hizo este año tocó dejarlo para el otro. Aunque admirable, es bastante complicado querer hacer en un mes lo que no se hizo en once.

Por eso es válido decir al menos una vez al día: "Uy eso ya quedó para el otro año". 

Así que para el informe de resultados que le están solicitando bien puede decir con tranquilidad: - "Uy eso ya quedó para el otro año". 

¿Hay que entregar el presupuesto del otro año? - "Uy eso ya quedó para el otro año". 

¿Y qué tal si organizamos el archivo?- "Uy eso ya quedó para el otro año". 

¿Que hay que hacer recorte de personal? - "Uy eso ya quedó para el otro año". 

¿Cómo así jefe, y el recorte empieza conmigo? - "Uy eso ya quedó para el otro año". 

Sin embargo toda excusa tiene sus reglas y situaciones especiales las cuales serán determinantes según el escenario en el que nos encontremos. Existen cuatro categorías muy reconocidas que distinguen cuál es la situación ideal para poder aplazar aquella tarea que le solicitan.

En la primera situación, hay que identificar el rango del interlocutor al cual se le responderá con el contundente "Uy eso ya quedó para el otro año". Si el interlocutor es de la misma jerarquía, es probable que luego de la respuesta la discusión llegue a su fin. Sin embargo, si el interlocutor es de una jerarquía superior, será necesario tener al menos un argumento que respalde el contundente: "Uy eso ya quedó para el otro año".

Podría continuar con las situaciones restantes, sin embargo estas ya quedaron para el otro año.