martes, 14 de mayo de 2013

El bus de la victoria

No sueño con un país en paz, sino uno donde se celebren los triunfos de los deportistas sin entrevistar a la mamá, la abuela o la tía.

¿Qué novedad puede compartir la abuelita del futbolista que con sus goles llevó a determinado equipo a ser campeón? ¿O acaso la tía del ciclista que ganó la etapa de la competencia podrá decir cómo se preparó el deportista? Seguramente el padre, que cuando sus hijos triunfan sí aparece, podrá relatar una historia conmovedora de apoyo constante.

Hay que dejar de subirse en el bus de la victoria y hacer de todo un país los triunfos de unos pocos. El triunfo es de ellos, de esos deportistas que se han esforzado al máximo. De igual forma deberían esforzarse los periodistas y buscar la noticia en los protagonistas. El argumento de entrevistar a esa persona que engendró al campeón ya se gastó.

Solo pido un poco de sentido común. No es mucho. Por qué arrancar la entrevista preguntando si están felices con la noticia, cuando es obvio al ver las imágenes de la familia reunida gritando de emoción. O cuando aparece la mamá llorando emocionada al ver las imágenes de su hijo triunfar y se le acerca el periodista para preguntarle si está llorando de la emoción.

No hay preguntas estúpidas, sino estúpidos que preguntan, pero también necesitamos respuestas inteligentes. Ya no más diplomacia. Les pido a los familiares de aquellos deportistas que cuando los entrevisten, respondan con total sinceridad. Digan que no tienen ni idea de cómo su hijo ganó, que le pregunten a él.

- Señora, ¿sí tuviera a su hijo al frente en estos momentos, qué le diría, lo abrazaría?
Responda con sinceridad, diga que primero lo manda a bañar porque así todo sudado, por más hijo que sea no se le va a acercar.

- ¿Qué mensaje le mandaría a su hija en estos momentos de triunfo?
No se preocupe, yo esta noche hablo con ella, tranquilo, ella tiene celular y seguramente como está fuera del país no va a ver la emisión de noticias.

Esforcémonos un poco. No ganamos todos, gana usted, señor periodista. Pero la tranquilidad de ver preguntas inteligentes y noticias profundas será de todos.

Señales que no son claras

Cuando un Presidente de un país se queja en público de algún servicio es porque algo debe hacerse con urgencia.

Con mucha diplomacia el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, se refirió a la "desesperante y creciente mala calidad en el servicio de la telefonía celular". Aunque no se refirió a ningún operador, es claro a quién iba dirigida esta crítica.

Tan claro que el mismo presidente de esa compañía salió hoy con unas declaraciones que dejan aún más mal parada al servicio de telefonía que ofrecen. No puede ser excusa que como al presidente de Claro también se le cae la señal hay que conformarnos con ese tipo de servicio.

Que un presidente de una compañía hable de las fallas de su producto va en contra de la calidad de su servicio. Podrá ser sincera su respuesta pero lo que más genera es desconfianza. Y si el pretexto es que las necesidades de los usuarios superan el ritmo de las inversiones de la empresa, es claro que les quedó grande el negocio.

Puede que los apagones convocados por algunos les duela, o quizás hasta las críticas en las redes sociales les afecten la reputación. Sin embargo hay que actuar. La situación amerita dejar las palabras a un lado.

Por mi parte mi queja de Claro es su lentitud en el servicio de datos, a tal punto que hay momentos que no existe. De este modo esperaré a cumplir el tiempo que me queda de contrato y buscaré opciones en otros operadores. Mientras tanto si el Presidente Santos logra resolver la desesperante y creciente mala calidad de Claro yo lo reelijo. Para qué viviendas gratis cuando puede arreglar la señal del celular, adelante Presidente.

Y para el presidente de Claro, lo más seguro es que luego de esas declaraciones le pase lo mismo que las llamadas, no demora en caerse.

La justicia es un chiste

Está un abogado en una cárcel y de repente queda en medio de disparos entre presos y guardias. Parece el comienzo de un chiste, pero es una historia real.

La historia continúa y el abogado permaneció en el motín tanto tiempo que su desempeño sexual se vio afectado. El pobre hombre quedó en medio de los disparos entre los internos y los guardias.

No hay mayores detalles al respecto de qué clase de motín fue. O si este es un eufemismo para la palabra orgía. Quién sabe qué clase de disparos fueron, sin embargo el trauma del jurista fue tal que le diagnosticaron estrés postraumático.

Al igual que su miembro viril, el desempeño familiar, social y laboral se vino abajo. Después de todo era un abogado penal y su capacidad eréctil era muy importante en todas sus facetas. Así que si por un lado la justicia reducía las pensiones millonarias de los congresistas, por este otro al abogado lo repararon a punta de viagra.

Lo que sí queda claro es que la reparación parará hasta que se le pare. No es un chiste, es la realidad. El verdadero chiste es la justicia de este país.