sábado, 16 de junio de 2012

Un acto de amor

He vuelto a creer en el amor. En la última semana he estado experimentando insomnio y agitación. Cuando escucho su nombre mi pulso se vuelve irregular. Siento una gran ansiedad por saber qué dirá. Cuál será su próxima acción.

Acepto que casi se ha convertido en una obsesión. Sé que algunos dirán que estoy en un estado psicótico transitorio, mientras otros asegurarán que es un simple enamoramiento. Todos tienen razón. Eso es lo que siento, no hay otra explicación lógica para entender la situación que hoy me aqueja.

A mí y a la ciudad entera. Porque aguantar el gobierno de Petro es un acto de amor. El amor es ciego, el amor lo vuelve a uno idiota y la política del amor es la culpable que hoy la ciudad no sepa hacia dónde se dirige. 

Cada vez que el Alcalde hace una declaración me dan nervios. La ansiedad me llena porque no puedo imaginarme con qué me sorprenderá. Esta vez fue el nuevo Pico y Placa. Una novedosa modalidad que tal y como Petro lo explicó pensé que debía repasar el álgebra de Baldor. Que los pares, los impares, los números primos. 

Sin embargo, gracias al amor comprendí que con la placa par puedes ir a una dirección par y del mismo modo pero en sentido contrario. La "novedat" es que entre más al sur vayas uno queda sin pico y placa, espejos, radios y llantas, pero eso qué importa si para hacer bien el amor hay que venir al sur, tal y como lo cantaba Rafaella Carrà.

El amor trae consigo la ilusión. Y mi ilusión era que el nuevo Pico y Placa fuera por colores y que la única forma de escoger el color del carro fuera a través del famoso juego de "pica-pala". Si ganas escoges color.

En mi estado de enamoramiento o psicótico transitorio, tal y como lo quieras ver amable lector, (nótese que ya te tuteo al igual que el burgomaestre) seguí esperando más acciones que me cautivaran. Y no tuve que esperar mucho, justo esta semana se anunció la prohibición de las corridas de toros en Bogotá. Háganse a un lado metrópolis del mundo, esta era la decisión que necesitábamos para despegar. Hemos recuperado la plaza de Santamaría de las garras de unos asesinos de bestias. Y se las entregaremos a nuestros mejores poetas y escritores. 

Ya me veo declamando en el centro de la plaza los más hermosos versos. Y arrancaría con este estribillo:
"Oh gran ciudad preocupada por sus toros y su prohibición,
te mereces tus dirigentes, habitantes y tu extinción."

Y finalizaría con un sentido homenaje al desamor al decir: Tú tan par y yo tan impar. 

Como ven el amor me ha cambiado, pero no es ese tipo de amor que profesa el guatemanteco Ricardo Arjona cuando dice: acompáñame a estar solo. O cuando dice "Aun te amo, no se si por iluso o fatalista, no se si por cobarde o masoquista." Aunque no sé si en esta última frase se resuma lo que nos sucede a todos los bogotanos.

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