No sé cuánto tardarás, simplemente quiero escuchar que me digas: "Me encantas". Y ser feliz, haciéndote feliz hasta que me lo permitas.
Sin embargo el camino para llegar a la tranquilidad que da saber que hay una reciprocidad es complejo. La calma debe partir de la confianza en uno mismo. Saber que lo que uno haga y diga es porque simplemente fluye.
Al ser una persona lógica y prevenida quisiera encontrar aquella que lograra reducir ese sistema de defensa. De forma tan natural que no me diera cuenta. Que desaparecieran los miedos a sufrir, por el simple hecho en que arriesgarme a construir algo juntos resulte mucho más valioso que negar esa misma posibilidad.
Todo sendero tiene su parte empinada. Los caminos rectos son los que conducen a la muerte. Después de todo entre más curvas tenga la montaña rusa, mayor es la emoción.
Encontrar a la persona que saque lo mejor de ti es importante. Y que extraiga todos esos valores de forma tan natural que uno mismo se convenza del verdadero ser que uno ha negado durante tanto tiempo. Dejando así el orgullo a un lado y actuando de forma que lo emocional predomine por encima de lo racional.
Sigo esperando en las orillas del tiempo, dispuesto a tomar una decisión. Hacer todo lo que está a mi alcance para que te des cuenta de lo que estoy hecho. O lo tomas o lo dejas. Esa será tu decisión. No me dijiste "Me encantas", simplemente pronunciaste, "yo te quiero a ti". Y así supe que ya no estaba en las orillas del tiempo. Ya había llegado a mi destino.
Sin embargo, no es simplemente desembarcar para saber que encontraste lo que tanto buscaste. Es necesario ir más allá y confirmar lo que en el fondo sentías. Esa certeza se dio aquel día en que me dijiste que me amabas. Y me dijiste que te encantaba. Cumpliendo así lo que en un principio visualicé. Haciendo realidad un sueño. Demostrando que las palabras tienen poder. Y que a pesar de estar a las orillas del tiempo, siempre llegarás a tu destino.