domingo, 24 de febrero de 2013

Con los terroristas

El terrorismo se está apoderando de este mundo globalizado. En las redes sociales ya estamos viviendo la era del ciberterrorismo. En los últimos días he sido víctima de un atentado visual y auditivo que se repite un link a la vez.

En Youtube, Twitter y Facebook me rodean todos esos terroristas que comparten, actúan y se divierten con esa oda a la estupidez que es el baile del Harlem Shake. La estupidez es viral y es más peligrosa que la gripe aviar, el SARS, o los memes. Cada vez que alguien hace el Harlem Shake, el Apocalipsis, en forma de meteoritos, se acerca. 

Ese pedazo de canción donde la epilepsia y las convulsiones exorcistas son homenajeadas, poco a poco nos acerca al exterminio. No son los zombies la epidemia que nos debe preocupar. Son los estúpidos que en manada se agrupan alrededor de este baile. Una danza que en 30 segundos mata más neuronas que las drogas. 

Las situaciones extremas requieren medidas desesperadas. Por eso necesitamos, con suma urgencia, que a las redes sociales vuelvan esas tiernas imágenes, de aquellas criaturas que vienen al mundo con el único propósito de renovar la esperanza perdida. Esas fotografías que combaten la soledad y son el vivo ejemplo de las familias modernas. Es un grito desesperado que hago para que vuelvan las fotos de gatos. Y si es necesario también pueden poner fotos de bebés. Incluso de fetos sí nos vamos al extremo. 

Es eso o necesitamos una lluvia de meteoritos. Porque el fin se acerca. La estupidez nos rodea. Y el único baile tipo Harlem Shake que podría interesarme es uno ambientado en Cuba durante los diálogos de paz, ese sí con los terroristas.

domingo, 10 de febrero de 2013

Regreso a clases

Yo aprendí a escribir en un cuaderno Norma, no en un iPad. Y al ver el nuevo logotipo de Norma comprendí que mientras unos se modernizan, otros se quedan en la nostalgia.

El cuaderno más moderno y con más diseño en su portada que pasó por mis manos no fue el de Angry Birds, o el de las modelos Soho, ni mucho menos de un cantante de reggaetón. El más irreverente espacio para escribir fue el cuaderno clásico Jean Book. Hasta el diseño del jean que aparecía en su portada tenía bolsillo. Tengo nostalgia hasta de los bolsillos en los jeans.

Puede que recordar esa época de volver al colegio me haga sentir viejo, pero ante todo me hace sentir diferente. Yo soy de la generación que no usó Google para hacer sus tareas. Usamos Encarta. Eso marca una gran diferencia. Me atrevería a decir que nos tocó más difícil. Empezando por los mecanismos para archivar los trabajos. Todo era guardado no en una USB, o en un DVD o mucho menos en un CD. Todo residía en un Diskette Dysan de 5 1/4, bueno no todo, se necesitaba varios diskettes para guardar un solo archivo o programa. Apenas usé una USB hasta la universidad.

No aprendí con juegos como Angry Birds, sino con LOGO, esa monocromática tortuga que hacía líneas, círculos y demás figuras geométricas. Soy de la generación del Prince of Persia original. Uno de los primeros juegos en DOS que, para todo aquel individuo mayor de 20 años, fue más grande que Age of Empires, Need for Speed o el mismo Halo. Esto era pura aventura en una dimensión, y a pesar de su precaria animación, dejó más "ojos cuadrados" en dos décadas que cualquier juego de estrategia actual.

El regreso a clases, es un regreso al pasado. Un viaje que me recuerda que con tan poco se hizo mucho. Muy diferente a la actualidad donde con mucho se hace tan poco. Solo es ver los hashtags en Twitter o los memes en Facebook. Nos encontramos frente a un rebaño que no sabe a dónde va. La creatividad ha muerto para darle paso a la repetición de un mal chiste.

El regreso a lo básico y a lo simple deberían ser las herramientas para mejorar esta generación simplista, que por tener un iPad en sus manos sienten que ya lo saben todo.