jueves, 12 de septiembre de 2013

Se perdió el respeto

Ahora sí. Se perdió el respeto por completo. No se preocupen por la pérdida de los valores. Lo que esta sociedad perdió por completo es el respeto. Respeto por la autoridad. Respeto por la ley. Respeto por la tradición.

El momento justo en que se perdió el respeto fue cuando los padres dejaron de amenazar a sus hijos con "ponerle un policía al lado para que hicieran las tareas". Ahí fue cuando se jodió todo.

Por eso los vándalos ven a un policía como objetivo para practicar su puntería. Si no son piedras o palos, hasta los puños sirven para practicar contra estos maniquíes de verde. Lo de los vándalos es más mediático porque quedó grabado en las cámaras. Pero el irrespeto a la autoridad sucede en cualquier lado, en cualquier momento.

Tanto que se han convertido en parte del paisaje, ni de bolardos sirven porque hoy en día ya es común ver vendedores en Transmilenio intentando sonsacar el dinero que algunos tienen para el pasaje de regreso. Y también ladrones que buscan el mismo objetivo pero con acciones más directas e intimidantes.

Porque hubo un tiempo en que la Policía intimidaba, ¿se acuerdan cuando la Policía era sinónimo de autoridad? Tiempos aquellos en que la gente pensaba dos veces antes de irrespetar a otro ciudadano. Sin embargo la indisciplina se convirtió en una constante porque ya no hay castigos.

Esta sociedad requiere volver a lo básico, a lo simple. Y la disciplina en toda actividad debe ser un no negociable. Se nos refundió el respeto en este país de despistes. Dejamos que el caos nos embargara porque elevamos esa connotación negativa que aparece cuando se habla de disciplina.

Hay una delgada línea entre flexibilidad y alcahuetería y se llama indisciplina. Entender esto es parte de un proceso que debe arrancar por cada uno de los que se autodenominan ciudadanos. Esas sanciones y castigos que tanto hacen falta hoy deben partir de uno mismo y adoptar formas saludables de recuperar esa sana convivencia que alguna vez se respiró en el país.

Busquemos en nosotros mismos, quizás allí está el respeto que no se había perdido, tan solo estaba refundido entre tantas excusas.