jueves, 6 de febrero de 2014

La justicia como género literario

Siempre he entendido a la justicia como darle a cada quien lo que se merece. Sin embargo la noción de justicia en este país se va acomodando según el juez de turno. El mismo que tomando sus quince minutos de fama, aprovecha la polémica que sigue luego de dar sus declaraciones frente a los micrófonos.

Con el caso Petro hemos asistido a la graduación de la justicia como género literario. La justicia hoy en día está a la par de las columnas de opinión. Hoy en día cualquiera puede opinar pregonando su verdad absoluta.

Las apreciaciones de los jueces, fiscales y el resto de actores de reparto en estas novelas judiciales condimentan aún más estos capítulos de la literatura, en la que se ha convertido la justicia en Colombia.

Gracias a esto, conductores con uno que otro muerto a cuestas caminan en las calles entre los inocentes, porque un juez no los consideró un peligro para la sociedad. Esas mismas víctimas inocentes que se sienten burladas con cada apreciación que pareciera desconocer los más mínimos estándares de justicia.

Es así como la tutela se ha prostituido de tal forma, que lo que alguna vez era el instrumento para garantizar que no se vulneran los derechos fundamentales, hoy es usada para mantener en su cargo a un mandatario, que por su terquedad le valió una sanción que para muchos es desproporcionada.

La desproporción es pensar que las tutelas de Petro son para garantizar el derecho a ser elegido. Qué bonito hablar del daño irreparable del Alcalde ¿y el daño que está sufriendo la ciudad qué? Pareciera que primara el interés del burgomaestre por encima de la ciudadanía. Una ciudad damnificada con esta tormenta jurídica y la cual una vez más se paraliza, esta vez comandada por su propio Alcalde desde el balcón del Palacio de Liévano.

La democracia no consiste en poner los derechos de unos pocos por encima de muchos a través de una tutela. Por el contrario, es momento que el pueblo decida por medio de una revocatoria y le confiera o no legitimidad a Petro. Porque el poder lo tiene, pero de qué le sirve si su gestión se encuentra en suspenso, como ese género literario tan exitoso que parece abrirse cabida en la justicia colombiana.